Inicios de San Miguel Tarraco Arena
Dicen algunas crónicas que la construcción de la Plaza de Toros de Tarragona, actual San Miguel Tarraco Arena, empezó a gestarse allá por el 1881. La idea surgió del jefe de Félix Donoso, que había sido alcalde de Tarragona durante la Primera República, y en poco tiempo se le hizo el encargo a Ramon Salas Ricomà, considerado el mejor arquitecto de la época de la ciudad de Tarragona.
Así pues, se empezó a construir un edificio sobre el espacio ocupado anteriormente por el baluarte de Orleans, a las afueras de la ciudad. Era un punto todavía deshabitado, pero muy bien comunicado, puesto que muy cerca estaba el cruce entre las carreteras de Reus y Valls. El permiso del Ayuntamiento para levantarla llegó el febrero de 1883 y la plaza se inauguró por las fiestas de Santa Tecla, a mediados de septiembre.
Todavía así, uno de los aspectos más destacados es que la plaza, con una capacidad inicial de 17.000 espectadores, fue una de las primeras obras del Nuevo Modernismo en las comarcas de Tarragona.
Su construcción dejó una importante deuda entre sus constructores.
Finalmente, fue a parar a manos de un banco que quebró y cuando ya empezaban a circular rumores sobre un posible derribo, el año 1949 lo compró la Diputación de Tarragona por 1,5 millones de pesetas.
Dos años después, empezó la época dorada de la plaza y miles de personas pasaron por sus graderías para ver a los mejores toreros del mundo.
Aparte, desde el año de su construcción hasta hoy, la Plaza de Toros de Tarragona ha sido escenario de espectáculos y festivales de toda clase: carreras de bravos, circo, teatro, festivales, reuniones, sardanas o cabezudos, entre muchos otros eventos. La plaza disponía de 3 pisos (dos superiores cubiertos) y uno redondo de 55 m de diámetro.
La construcción de los muros se ejecutó en piedra blanca del país, ladrillos rojos y la fachada era de planta poligonal de 48 lados y con un diámetro de 95 m.